Canquiñero, gallero y sombrillero.

Todos conocimos a ésta legendaria figura de nombre Juan Durán (duran canquiñas), único en su especie aquí en Montecristi, jamás nadie ha pedido vender canquiñas tan crujientes como la de éste insigne Caballero, generaciones enteras de jóvenes íbamos al patio de la Iglesia “San Martin” a canjear recorte de canquiñas, y esperábamos entre humo calor el proceso de elaboración, todos los recortes se cambiaban por fundas de cementos que se votaban en las construcciones, todos nos empeñábamos donde hubiese construcción esperar las fundas vacías.

Terminado el proceso y enfriada la caldera como decía Duran, nos decían váyanse y luego salía por colmados a colocar en venta el producto elaborado ese día.

De temprano siempre por la mañana el señor Juan Duran como gallero que era, se dedicaba a sacar los gallos para calentarlos al sol, y quienes nos quedamos cuidándoles los gallos recibíamos mayor cantidad de recorte en lo que el salía a distribuirlo en las pulperías, las jugadas de gallos para entonces eran solamente los domingos, no como hoy día que juegan hasta los lunes.

Las reparaciones de sombrillas era otro de los oficios de Juan Duran (canquiñas) en aquél tiempo se arreglaban este amuleto que usaban las mujeres, no como ahora, que a nadie se le ocurre mandar arreglar una sombrilla, siempre solíamos ver entre 10 y 15 sombrillas esperando por sus dueñas que paren a recogerlas, pero eso sí, que nadie que no le pagara se llevaba su sombrilla, siempre el decía: “Y con qué, juego mi gallitos, sino me pagan mi trabajo”. Todavía nadie se ha dedicado a este oficio en Montecristi.


Un solo plato en la mesa y muchos hijos. La paciencia y el amor a su pueblo serán las palabras claves, dada la situación de júbilo y alegría en todas las calles. La paciencia es la clave de esperar: esperar y esperar en determinados momentos, porque no todos seremos complacidos en lo queremos, y eso porque hasta en la propia familia hay dos o tres hijos que quieren la pechuga, cuando solo hay una pechuga, de ahí que los hijos tienen que ser prudentes a la hora de la comida. Solo hay un plato en la mesa, y todos, no podrán comer a la vez, Uno delante y otro detrás, esa sería la regla, es decir, un padre y muchos hijos y solo hay un plato en la mesa reitero. El amor a su pueblo y a su partido sería la palabra que marca el rumbo, y no podemos precipitarnos y entrar en las desconsideraciones si toca una pata; si nos equivocamos poniendo en la práctica esa actitud, nos descalificaremos como sociedad. Debemos pretender ser serenos y firmes, y creer en el padre; propiciemos desde ahora un clima de ciudadanos más felices, mejores Montecristeños, más justos, y el pueblo crecerá, y seremos pues, hombres y mujeres más nobles al País.

En el año 1965, fueron muchos los pro-hombres de este país, que participaron en el golpe de estado, el cual llevó al general Elías Wessin y Wessin a organizar los militares leales al presidente Reid Cabral, iniciando una campaña contra los así llamados rebeldes constitucionalistas. Los constitucionalistas eran un grupo jóvenes militares que luchaban por la democracia y el retorno de la Constitución del año 1963 y del Prof. Juan Bosch junto con el pueblo, del que vale decir, que Wessin no estaba de acuerdo con ellos y por lo tanto se fue con las fuerzas opuestas; en esa lucha armada acogió diversos personajes de importancia y trascendencia nacional de la época, pero quiero ubicarme de manera exclusiva en quien del cual tenemos muchas anécdotas los hombres de mi generación, se trata de Belarminio Luna (alias Belanche), quien a pesar de haber nacido en la provincia de Santiago, llegó muy joven a esta ciudad de Montecristi, trabajando en programa especial de alimento llamado “Alianza para el Progreso”. Todos los que compartimos con el, recordamos aquella guagua blanca de marca “Chevrolet”, la que le servía de soporte para desempeñar su trabajo. Aquel hombre de piel morena, de estatura baja, erguido, el cual siempre lucía su sombrero cortado y de lado.

Durante los doce (12) largos años del Gobierno de Joaquín Balaguer, siempre nos narraba con dolor que fue compañero de niñez de Balaguer en Navarrete, lugar de nacimiento de ambos. Belanche, como le llamábamos, era amigo personal del general Elías Wessin y Wessin, y los contertulios de la época solíamos comparecer frecuentemente a su casa, como éramos jóvenes estudiantes, y otros que no estudiaban, Belarminio era un referente de grandes episodios para nosotros, que en busca de compartir con él experiencias vividas, porque era hasta simpático cuando nos narraba los hechos. Un hecho que siempre narró, fue cuando se bañaba en Navarrete, en el canal mayor con Joaquín Balaguer, quienes se conocían perfectamente. Como a él, tocó saborear los sinsabores de la vida. Ya viviendo en sus años finales decía esta frase: “Cuando Balaguer y yo (Belarmino) nos bañábamos en el canal mayor de Navarrete debí ahogarlo, porque yo sabía nadar más que él, refiriéndose a Balaguer de niño”. Esa fue una frase muy usada por ese gran hombre que vivía en el barrio de las Flores.

Con Belarminio se aprendía de historia y se gozaba. En una ocasión lo recuerdo frente a la mesa, clavando unos zapatos, entre golpe y descanso de la martillada, reírse a carcajada una y otra vez diciendo: “quién iba a decir, que este zapaterito iba estar en el golpe de estado”. Era un defensor acérrimo del general Elías Wessin y Wessin; además de zapatero de la ciudad, también era un gallero reconocido, compañero de Luis Menieur, Danton Hurtado, Julio Grullón y de Eurípides Tejeda (Jiririn), pero también el guitarrista, quien en diversos momentos a los contertulios nos dedicaba canciones como: “Arráncame la Vida, Aventurera, Azul, Cabellera Blanca, Callecita, Dueña Mía y Esclava".

Sabemos que el golpe de Estado contra el gobierno constitucional de Juan Bosch y del Partido Revolucionario Dominicano, el 25 de septiembre de 1963, terminó el experimento democrático más importante del país posterior a la muerte del dictador Rafael L. Trujillo; pero nosotros como jóvenes inquietos recordamos a Silvio Luna preguntándole en el año 1981: Belanche, como le decíamos, en presencia del señor Pablo Cambero, un notable hombre de Montecristi ¿Cree usted que Montecristi tiene hombres para conquistar la constitucionalidad?, Belanche le respondió con una frase lapidaria, digo yo, porque no se me olvida: "Si los Montecristeños no nos despojamos de la arrogancia y la apatía, siempre este será un pueblo sin propósitos"... y siguió respondiendo Belanche ¡nosotros somos un conglomerado de ciudadanos sin derechos a nada, que solamente tenemos vida! Todavía a los 40 años, después de esa frase se hace perenne en el tiempo, y tenía razón Belarminio Luna (alias Belanche): "Somos un conglomerado sin derecho nada". Cambiemos la sociedad a una sociedad con propósitos.